Giordano Bruno
En los albores del siglo XVII, más precisamente el 17 de febrero de 1600, un hombre de 51 años, acusado de hereje ante la Inquisición, era inmolado en una hoguera en un rincón del Campo dei Fiore en Roma. Trescientos años después, en 1899, un monumento se levantaría en el mismo lugar para recordar el martirio de Giordano Bruno, que entrego su vida por no renunciar a su verdad. Hoy, las últimas investigaciones astronómicas confirman, por métodos indirectos pero seguros, la existencia de más 25 planetas girando en torno a otros tantos soles como el nuestro. Es el bello universo imaginado por Giordano Bruno hace más de 400 años.
Para entender tan heroica actitud e incluso las razones que tuvo la Inquisición para tan severa determinación hay que desnudarse de los conocimientos de hoy y situarse en los revolucionarios tiempos que corrían por los años de 1600, luego que el alba comenzara a iluminar las mentes del mundo occidental tras los oscuros siglos de la Edad Media, dominados casi sin contrapeso, desde hacía mil 800 años , por las ideas del estagirita Aristóteles.
Este “académico sin academia”, según sus propios términos, muere como “hereje obstinado” según la Iglesia Católica y para los espíritus libres, como muchos, como mártir de la filosofía.
¿ Pero cómo este hombre llegó a una convicción cabal como para soportar un encarcelamiento, un juicio y torturas por caso ocho años, sin desdecirse en sus afirmaciones en cuanto a la infinidad de universos lejanos, con soles como el nuestro ?. ¿ Qué nos enseña su proceso , sobre el mecanismo de su condena, las razones se su resistencia ?. No experimentaba con la ciencia, como Galileo, no era un excelente matemático como Kepler, o un minucioso observador como Tycho Brache.
En primer lugar fue un juicio extremadamente largo. Más de siete años transcurren entre el 23 de Mayo de 1592, cuando el filósofo es detenido y encarcelado en Venecia, y el 17 de Febrero de 1600, cuando se le quema en Roma. Durante ese tiempo, no ha dejado un día de estar en prisión. La Inquisición no hace de prisa ni corriendo riesgos. Bruno no es detenido, torturado ni enjuiciado y lanzado a la hoguera en seguida. Por el contrario, la máquina de la Iglesia Católica es pesada y lenta. No deja de modificar los cargos de acusación, de producir nuevos testigos, de solicitar nuevos elementos.
Es preciso escuchar al acusado, resolver, recomenzar, perder el hilo, retomarlo, pedirle que responda a acusaciones diferentes, recapitular desde el comienzo, reexaminar las respuestas anteriores, transformas en nuevos cargos. Aquello toma tanto tiempo, que realmente Kafka , no inventó nada. Para entender todo el contexto, es preciso regresar a un punto en particular. El filósofo volvió a Italia, sabiendo que había sido excomulgado ya, tras veces !, El Hombre había escapado a un buen número de emboscadas y atentados. En la biografía de Giordano Bruno, el filósofo Giovanni Aquilecchia, afirma que este regreso es debido a un sentimiento de nostalgia, hipótesis bien vaga .Fuere como fuere, Bruno volvió a Italia a fines del verano de 1591. Donde fue denunciado a la Inquisición. Su primer proceso duró tan sólo unos días, en Venecia. El asunto parecía tomar un giro favorable. La línea de defensa de Giordano estaba constituida inteligentemente. Afirmaba en efecto no ser más que un filósofo, y de ningún modo un teólogo.
Al haber obrado bajo la única convicción de la Luz Natural, estaba preparado para arrepentirse de los errores a cuales hubiera sido llevados. Sin embargo, Roma toma parte. El tribunal veneciano se declara incompetente y termina enviado al hereje y los expedientes al Santo Oficio. Bruno llegó a la prisión de la basílica de San Pedro, el 27 de febrero. Fecha cuando se activa la maquinaria infernal de la Iglesia.
El libro “El proceso de Giordano Bruno “, del historiador Luigi FIrpo, permite ver cómo funcionaba. En efecto, reunió y analizó los documentos existentes. El juicio fue un infierno, los interrogatorios, el ritmo imprevisible, los olvidos , las horas muertas, conclusiones contradictorias de testigos y acusaciones. Infernales también, la diversidad de las tácticas, el intenso desgate y la proliferación de resultados falsos. Sin embargo la defensa de Bruno, en el fondo no cambia, estaba listo para arrepentirse, si se le recocía que su gestión filosófica era legítima. Pero a medida que la Inquisición tardaba, andaba con rodeos, afinaba sus reproches, multiplicaba sus censuras. Giordano Bruno fue perdiendo el horizonte, ya no sabía que contestar. Parece bien que hubiera creído en la sinceridad de sus jueces y hubiera esperado por largo tiempo un resultado razonable. No se entendería, si no, esta frase que dice Schopp, testigo ocular, después de la lectura de la sentencia: “ Usted que expresa en mi contra esta sentencia, tiene quizás más temor que yo quien la sufre”.
Como vemos, la Iglesia católica, y más bien las instituciones religiosas, políticas o ideológicas, pueden legítimamente perseguir, condenar y sancionar a los escritores, poetas y filósofos, pensadores del civilización. Se reconoce en el caso de Giordano Bruno los dogmas del derecho de torturar conciencias, de doblegar voluntades, de forzar confesiones aquellos que no tiene nada que confesar. O bien se sostiene como una evidencia universal de la razón que todo ser vivo posee un derecho a existir libremente y a expresarse libremente, y que toda ausencia de este derecho ofende la dignidad de los seres pensante de este planeta.
Creo que se debe un reconocimiento mayor a este genial hombre. Aparte del modesto monumento en la Pza. de las Flores en Roma, un cráter del lado oscuro de la Luna lleva su nombre. Sería mejor que una galaxia sea bautizada con su nombre , sería lo mínimo.
Postscrimtum: De ahí mi humilde homenaje de la galaxia que descubrió el telescopio Hubble.